lunes, 9 de junio de 2008

Trabajo Infantil

Doscientos once millones de niños en edad escolar trabajan en el mundo y, de ellos, más de cinco millones lo hacen en Iberoamérica. Es una cifra escalofriante, pero que se ha reducido en relación con años anteriores, en parte gracias a proyectos sociales como el de Telefónica. A través de su Fundación, la compañía está comprometida con el futuro de 66.000 niños y adolescentes a quienes se les pretende garantizar una educación a salvo de la miseria y la explotación laboral a través de más de 700 proyectos y de sus cinco grandes programas: «Proniño», «EducaRed», «Voluntarios Telefónica», «Fórum» y «Arte y Tecnología».
Fundación Telefónica nació hace diez años para trabajar en el desarrollo social y cultural de regiones iberoamericanas desfavorecidas. En concreto, el programa «Proniño» se ocupa de la erradicación del trabajo infantil y de escolarizar y sensibilizar a la sociedad frente a esta lacra. La existencia de niños picapedreros de apenas diez años de edad, que trabajan durante interminables jornadas laborables en canteras de Perú, es uno de esos penosos ejemplos de una injusticia que se quiere eliminar. Ante estas duras realidades, se alza el ejemplo contrario de Luis Vergara, uno de los chicos apadrinados por «Proniño», que ayudaba a alimentar a su familia con su trabajo de limpiador de vidrios en un semáforo de la ciudad de Panamá, pero que ahora cursa sus estudios gracias a este programa social. Contra el pesimismo de los hechos se alza el activismo de la acción social.
Las carencias en educación están a menudo directamente relacionadas con la pobreza. Y aquí es donde puede actuar la empresa, al aportar su espíritu emprendedor y capacidad de iniciativa. El conocimiento y la educación son libertad. Pero, para ser eficaces, no basta con actuar sólo sobre la infancia. Es necesario también cuidar el entorno social y familiar en el que se desenvuelve el pequeño. De ahí que el programa «Proniño» se dirija no sólo a los chicos sino también a los padres y a las escuelas y tenga muy en cuenta el ambiente social en el que actúa. Uno de sus principales instrumentos es la concesión de becas a las familias con la intención de transformar el entorno más inmediato en el que crece el niño. La familia es una unidad económica en países subdesarrollados. Y la familia es a menudo sostenida por chavales que trabajan catorce horas en un taller o buscándose la vida en la calle entre la mendicidad y mil pequeñas tareas. Sobre ellos recae la responsabilidad de la supervivencia de los suyos. Muchos ni siquiera se plantean que las cosas puedan ser de otra manera. De ahí, la urgente necesidad de sensibilizar a la sociedad en el reconocimiento y aplicación de los derechos del menor.
«Mantener con vida a un niño cuesta ciento cuarenta euros al año, doce euros al mes y cuarenta céntimos al día, la mitad de lo que cuesta un café según el presidente del Gobierno», explica con elocuencia el actor y embajador de Unicef, Imanol Arias, presente durante estos días en Madrid para apoyar el programa «Proniño» junto al premio Nobel de la Paz, Mohammed Yunus, el también laureado con el Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz, el luchador contra la pobreza Bob Geldof y el cantante Alejandro Sanz.
El programa cubre nutrición infantil, atención psicopedagógica y sanitaria, educación en valores sociales y humanos y ocupación del tiempo libre. Y se insiste en la formación básica de los padres y en su sensibilización sobre los derechos del niño. A los colegios se les ha proporcionado infraestructuras y material escolar. Asimismo, se ha implantado en los mismos el programa «EducaRed» dirigido a la mejora de la educación e igualdad de oportunidades sociales y culturales a través de las nuevas tecnologías.
«La educación es la base esencial para el desarrollo de cualquier comunidad», ha subrayado el presidente de Telefónica, César Alierta, en el acto de apoyo al programa «Proniño», que ha mostrado cómo la empresa y el mundo del espectáculo también pueden estar comprometidos contra la injusticia. «La solidaridad no sólo se basa en la intención. La solidaridad ya es una epidemia», insistió Alejandro Sanz. Concienciar es importante. El artista y el intelectual sensibilizan a la sociedad, y la empresa despliega sus medios para llegar allá donde a menudo no alcanza el Estado ni otras organizaciones sociales. «Ninguno estamos preparados para ver la pobreza extrema, el problema existe porque la gente realmente no lo conoce», aseguró Sanz.
Educación continua
El programa «Proniño» trabaja por una educación de calidad continua en colaboración con agentes sociales e instituciones. Gracias a este programa, la fundación ha podido montar una potente red de intervención y prevención en los colegios y comunidades sociales. Además, ha gestionado 168 acuerdos de colaboración con agentes públicos y privados. A lo que hay que sumar las 454 acciones en colaboración gestionadas por ONG y agentes sociales vinculados al proyecto. «La colaboración entre lo público y lo privado es esencial para la solución de los problemas de pobreza», afirmó Bob Geldof.
Por su parte, Mohammed Yunus, el eficaz promotor de programas de microcréditos en el tercer mundo, destacó la figura de la mujer como sostenedora última del plan de supervivencia económica de la familia en los países subdesarrollados. «En Bangladesh, las madres regalan a sus hijos a familias ricas, pero cuando esas mujeres consiguen ganar dinero se los traen a casa y los quieren escolarizar», señaló.
El objetivo último de los microcréditos y de programas como el de Telefónica es que aparezcan nuevas generaciones de chicos abogados o médicos en familias pobres y analfabetas. El impacto positivo de acciones de este tipo lo refleja el hecho de que entre los niños escolarizados por estos programas el nivel de asistencia y la superación académica alcanza casi el 95 por ciento. Y del compromiso de Telefónica da cuenta su aportación económica de noventa millones de euros con los que se desea actuar sobre 100.000 niños a finales de 2008.

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